lunes, 8 de noviembre de 2010

Revista antropológica: Los Pedruscos

Revista antropológica: Los Pedruscos, otro misterio más de la historia


El caso de los antiguos Pedruscos, que se cuentan entre los pueblos comúnmente llamados canaanitas o canaaneos, destaca en cuestiones de moderna historiografía, por ser uno de los menos conocidos, a pesar de que los movimientos de población en la región alrededor de la península del Sinaí están más o menos documentados a través de las fuentes egipcias, babilónicas, asirias y las propiamente canaaneas. Ninguno de sus pueblos vecinos, especialmente aquellos que compartían una suerte de parentesco étnico con ellos, son proclives a mencionar su existencia, solamente en aras de las exigencias de algún suceso de remarcable importancia, de forma indirecta y tangencial y refiriéndose a ellos como “los otros” o “aquellos-de-los-que-no-se-habla”. Incluso se sospecha que el término arameo “rbsrs’ rfxx” (que se traduciría por el término irónicamente despreciativo “eunucos de mierda”) fuese en referencia a ellos.
La supuesta relación de este mote con los Pedruscos es lo que ha servido, tradicionalmente, para identificar su rasgo cultural predominante: el ser una sociedad de charlatanes fanfarrones. Más allá, el hecho de haber formado jerarquias fuertemente patriarcalizadas y el tener entre sus principales cultos al dios de la fertilidad, representado en una enorme cucurbitácea[1] sagrada, parece ser que los llevaba a presumir constantemente de que ellos “la tenían más grande” que cualquier otro. Naturalmente, el efecto que causa alguien que nada más presentarse te mira la entrepierna con risueño desprecio y se soba la propia en actitud altanera no es muy bueno, por lo que los Pedruscos no hicieron amigos ni alianzas y, como nadie quería invadir su deprimentemente subdesarrollado pedazo de terruño, se les dejó a su propia lógica. Así fue como las cosas empeoraron, como ahora sabemos.
El pasado miércoles, en una inspección de rutina a una fosa séptica de una aldea de la Siria actual, se descubrieron unas tablas con una extraña escritura cuneiforme. Una inspección más detenida del hallazgo concluyó que aquello solo podía ser el lenguaje de los Pedruscos, o pedrusquio, dada la característica abundancia de una grafía que consiste en dos puntos redondos y uno puriforme, erguido y más largo, en medio. Esta es la letra básica, de la que derivan todas las demás, en pedrusquio.
Contando con esto, fueron convocados varios expertos en la materia, los cuales desvelaron, finalmente, la naturaleza de las escrituras: estas contienen una especie de lírica, de autor desconocido, sobre la cosmogonía y los principales avatares en la historia de los Pedruscos, en retrospectiva. Este valiosísimo documento histórico, entonces, debe fecharse entre los siglos VIII y VII a.C., época en que se supone que la “civilización” pedrusquia entró en una fulminante decadencia. A continuación reproducimos algunos fragmentos de la traducción más académicamente contrastada que se ha extraído, hasta ahora, de las tablas:         
...y el buen Dios[2] de la tierra dijo “marchaos de aquí, mi buen pueblo, pues hace un calor que te... (intraducible). Emprended el camino al norte, hasta encontrar el valle en que... (escritura borrada y reescrita muchas veces). Dejad que el buen profeta[3] os guíe hasta la tierra que yo escogí, antes de la venida de las aguas, para vosotros. Caminad sin descanso hasta que el nabo se os ponga rojo[4]”. [...]
Así que caminamos al norte, erguidos y orgullosos en nuestra gran horda sagrada[5].
Al llegar a la punta occidental del gran plátano invertido[6], nos detuvimos para reposar[7] y Dibias[8] dijo “usemos la izquierda por una vez[9]”, así que nos adentramos en las tierras del gran río[10], habitadas entonces por los estrafalarios “Caras-de-estaca[11]”. Pero aquellas tierras no resultaban de su agrado[12], puesto que suponía que no eran suficientemente fértiles para albergar un pueblo de tamaña prolifidad celestial[13]. Así que cruzamos raudos el arco que deja el plátano[14], hasta llegar a tierras de los “Pedorrios[15]”, pero se descubrió una confusión en los vaticinios[16] así que reanudamos la marcha al noroeste[17], hasta llegar a la tierra prometida[18].
Allí el verdadero Dios fue revelado y el profeta erigido rey[19]. Junto al gran tronco que apunta al cielo[20]. [...]
...y así vinieron tiempos peores[21]. Con signos de agravio en sus corazones, los codiciosos “Pichitas[22]” decidieron emprender acciones vandálicas contra la gran megalópolis[23] de Pedrusquia. Aunque las tropas nativas pelearon bien[24], los “Pichitas” consiguieron abrir brecha en la empalizada de arbustos que rodeaba la ciudad y robar el símbolo preferido de la diosa Lacerda[25]. Lo cual es recordado con ignominia.
Pero los dioses no iban a dejar esto impune. Una maldición celeste cayó sobre los “Pichitas” por su afrenta y estos hubieron de pedir sumisamente la paz. Entonces el rey-profeta[26], en su gran sabiduría y mundo, impuso a los orgullosos “Pichitas” la cláusula del tributo anal[27].
A pesar de la buena paz, los “Pichitas” no reconocieron la justa derrota y siguieron albergando la animadversión hacia nuestro pueblo por siempre[28].
Con esta suerte de “paz” con los hititas, los Pedruscos concluyen la etapa “alta” de su historia. En la etapa “media”, los primeros asentamientos de los Pedruscos empezaron ya a florecer en artes expresivas, centradas casi siempre en la oratoria erótico-festiva y los pictogramas subidos de tono en que se representaba a los mitológicos “trípodes”, seres mitad hombre, mitad chorizo. Este es la etapa en que subirán al trono los grandes reyes de Pedrusquia, los cuales también son recordados por sus relaciones con los reinos de Israel y Judá.
... y hubo manjares y bebidas y mucho mucho cachondeo. Después los dignatarios “narigonios[29]” se retiraron, pues no tenían aguante ni... (intraducible)[30].
Así que hubo paz y buenos sentimientos entre pedrusquios y narigonios y contribuimos a los buenos tiempos con nuestra gloria militar[31].
Bajo la caña[32] de Salmerón[33] el pueblo y las artes florecieron[34]. Las tierras dieron sus frutos y el gobierno vio tiempos de renovada virtud, en grandes y perdurables momentos de grandeza y liderazgo[35].
Pero el buen reinado de Salmerón se vio asediado desde dentro, por la malvada Ishas’fr[36], apodada entonces “reina de todas las putas del infierno”[37].
El buen Salmerón tuvo que entablar una lucha a muerte en pleno palacio con Ashas[38], la madre de esta, con tal de preservar el buen nombre de los Pedruscos.
En siguientes años, mientras los narigonios hacían la guerra a todos y también entre sí, el buen Salmerón, de su misma fruición artística, compuso los versos que narran esta história[39]. [...]
Entonces surgió una nueva amenaza en el este, en los llamados “Barbíturos[40]”.
Con esto concluiría la etapa “media” de la historia Pedrusquia. Se dice que estos también estaban representados, aún y las súplicas de sus socios de que mantuviesen la neutralidad, en la alianza de pueblos que se fraguó para hacer frente el avance del Imperio Asirio. Esta alianza fue infructuosa y los Asirios derrotaron a egipcios y judaicos. Además en el interludio de batallas, en que los Asirios marchaban hacia Jerusalén, los Pedrusquios vieron una brecha hacia la gloria histórica e intentaron ocupar ellos primero el reino de Judá[41], pueblo con el que las relaciones se habían enfriado desde hacía tiempo. Pero fracasaron miserablemente[42]. Este intento, más la acumulación de sus legendarias tropelías, les granjearía su incombustible y perdurable fama de rastreros apestados.
También se cuenta que los Asirios concibieron la idea de la dispersión cultural nada más ver a los Pedruscos y que esta inspiración se debe a ellos, originalmente, aunque después fuese practicada con gentes que lo merecían mucho menos. Así, después de ocuparse de los judaicos, un primer embate asirio arrasó Phetón y se llevó a muchos como esclavos. Pero los Pedruscos subsistieron, fundaron una nueva capital sobre la anterior, Fal.lónia, y pudieron asistir a la caída de sus enemigos Asirios, que fueron substituidos por el Imperio Caldeo. Con ellos se asiste a la última etapa de los Pedruscos, la etapa “rala”. Los Caldeos, también prevenidos de los Pedruscos por la historia y viendo que las aventureras estupideces del pasado habían mermado Pedrusquia de machos decidieron dispersarlos definitivamente, de una vez por todas.
...así pues la venida de los nuevos bárbaros del este[43] no trajo la paz a nuestro pueblo, sino que fuimos perseguidos y exiliados[44].
Y en los ríos de “Jodidonia[45]”, yeheeee, lloramos, al recordar nuestra Pitón[46].
Con la caída de estos, los pocos que quedamos regresamos a nuestra tierra, pero quienes en ella habitaban no reconocían nuestras vestiduras ni nuestra opulenta oratoria[47].
 Después del exilio, entonces, los Pedruscos quedaron dispersados por siempre más, dejando solo pequeños retazos aislados de su esplendorosa forma de ser. Sin embargo, las leyendas sobre las aventuras y desventuras de estos últimos Pedruscos perviven, de alguna forma, en los laberintos historiográficos. Se dice que el principal de los asesores de farras del emperador Calígula era uno de estos últimos Pedruscos. Otro de ellos habría marchado largamente hacia el este y no se descarta que Genghis Khan, uno de los hombres que más esparció sus genes por el espacio-tiempo, fuera de madre medio pedrusquia, con lo que el legado fenotípico de estos podría alcanzar hasta nuestros días, lo cual también explicaría muchas cosas.
Sea como fuere, aunque para la mayoría de ciudadanos este artículo pueda resultar banal, lo cierto es que el caso en él reflejado ha desatado la histeria jolgoriosa entre los neofreudianos, quienes creen haber encontrado en los Pedruscos un suntuoso ejemplo de un grupo societal movido básica y casi exclusivamente por la envidia del pene, esto sí sublimada.


[1] El cultivo del  pepino no se estilaba en Oriente Próximo por aquella época, por lo que es un misterio de dónde sacaron los Pedruscos uno tan grande. Aún y así, su escasez podría ser una razón, además de su forma, para encumbrarlo a ídolo de la fertilidad. Previo paso al encumbramiento fue el de su momificación, para evitar que se deteriorase. Volveremos a esto más adelante.
[2] En la forma antigua y menos sofisticada este Dios protector de los Pedruscos recibe el nombre de “Rabaaco”.
[3] Se refiere a Phédru, o Piidro, quien efectivamente ejerció el papel de profeta y se sabe que se iba inventando los presagios guía a medida que veía el terreno. 
[4] Esto se refiere a una medida de tiempo, alude al tiempo que tarda en ponerse malo un nabo recién cosechado, más o menos un par de meses para el gusto de los Pedruscos, que eran poco escrupulosos.
[5] En realidad se sabe que llegaron a Canaán de forma parasitaria, adosados a los bajos de las carretas fenicias que seguían la misma ruta. Estos últimos, al ver a los denostados polizontes los expulsaron de la caravana y echaron a correr hasta lo que sería Fenicia, para construir ciudades rápidamente y encerrarse en ellas con la esperanza de no haber sido seguidos. 
[6] Se refiere a la media luna de tierra fértil que se encuentra entre la costa mediterránea y los valles del Tigris y el Éufrates. Se supone que los Pedruscos conocían el plátano a través del legendario viaje a América del primitivo aventurero Yuso, quien afirmó haber cruzado el Atlántico a nado con la única ayuda de “sus boyas”. Lo curioso es que, por una vez, esto parece no ser un farol, puesto que en el Popol vuh se recoge la leyenda de un extraño personaje de allende los mares que “llegó muy contento y raudamente se dirigió a ponderar el peso de las nobilísimas partes de nuestro jefe”, un tal Kinich’ chi. Mientras la tribu se convencía de que aquello era un malísimo augurio, y el cabecilla permanecía azorado, el impresentable Yuso habría podido escapar y traer un plátano, al menos, a su tierra. De aquí el recurso estilístico del “plátano invertido”. Huelga decir también que esta es otra de sus “frutas santas”.  
[7] Aquí se refiere al incidente con los fenicios que antes mencionábamos.
[8] Dibias es recordado por ser un poeta y jabalinero muy especializado, para su tiempo.
[9] Expresión propia de los Pedruscos, se desconoce su significado ulterior.
[10] Se refiere al delta del Nilo.
[11] Como ya se va viendo, dado el peculiar carácter cultural de los Pedruscos, estos también insistían en llamar a cada cosa como les daba la gana y, en el caso de otros pueblos, esto casi siempre se daba en términos vejatorios. En este caso se refiere a los egipcios.
[12] De nuevo, hace referencia a Phédru.
[13] En realidad se sabe que fueron sacados a patadas del antiguo Egipto por importunar gravemente al faraón, al engancharle varias veces los piercings, que llevaba por todo el cuerpo, con las cortinas de su propio palacio. Los Pedruscos rápidamente consideraron al faraón un “flor”. Sin querer tocarlos, puesto que ya llevaban tiempo erra que te erra por el desierto, los egipcios les “invitaron” a marchar al este. 
[14] Se refiere a una vasta región de desierto poblada por nadie y lo cierto es que se tomaron 150 años en cruzarla. No se sabe de que se alimentaron en ese entonces, puesto que los nabos se habían podrido hacía tiempo ya.
[15] Probablemente se esté refiriendo a los sumerios.
[16] El faraón ya había enviado excusas a Sumeria por mandar a los Pedruscos en su dirección, apuntando que la intención de la iniciativa era que el desierto los matase a todos. Por ello, las fértiles tierras sumerias también cerraron el paso a los viajeros.
[17] Esto llevó menos tiempo, puesto que el camino discurría por la parte fértil, esta vez, por lo que los Pedruscos pudieron dedicarse a gusto a saquear los cultivos y vilipendiar a los lugareños. Este periodo sería el que difundiría su mala fama de forma, diríamos hoy, “transnacional”. A pesar de todo, se tomaron 100 años más en cruzar el trecho entre los valles del Tigris y el Éufrates y la costa del Mediterráneo.
[18] Correría el siglo XVIII a.C.. Previamente a instalarse definitivamente en la región de la costa mediterránea que queda enfrente de la isla de Chipre (el lugar exacto se desconoce) los Pedruscos fueron reconducidos por los primeros hititas, quienes, a pesar de ser un pueblo tolerante (ejemplo de ello sería su “religión de los mil dioses”) tampoco quisieron ni olerlos. A pesar de ello, los hititas tuvieron el desgraciado sino de compartir toda su existencia como nación con unos vecinos como los Pedruscos.
[19] No se sabe exactamente a que clase de proceso ritual se alude con esto. Lo que si se sabe es que es a partir de esta época, más bien sobre el 1350 a.C. puesto que también eran lentos para asentarse, cuando empieza a florecer el corpus principal de la cultura pedrusquia que quedaría para la historia, en una continua actividad de plagio hacia los dioses hititas. Se sabe bien, puesto que fue denunciado muchas veces, que los Pedruscos corrieron a efectuar copias rastreras de los dioses hititas más chulos, pero imprimiéndoles un carácter propio, cómo no. Después de esto, empezaron a ridiculizar a los dioses hititas originales. Así, en este periodo más fundador los dioses pedrusquios serían Lacerda (fertilidad) y Cornisa (marido de la primera, creador del universo y por tanto “patriarca” y “pichabrava” original). 
[20] Phédru identificó el lugar santo junto a una especie de obelisco natural y es allí donde se asentó y fue coronado, al parecer, rey. A partir de entonces ya podríamos hablar, propiamente, de los “Pedruscos”. Resulta curioso que además, por causa del obelisco, los Pedruscos fuesen desarrollando un respeto ancestral por las piedras, primero solo por aquellas que tenían formas fálicas, pero después hacia todas las piedras en general. Esto resultará importante, más adelante.
[21] Se refiere a los conflictos armados fruto de la usurpación de figuras religiosas, y su trapera degeneración en las formas pedrusquias, que los hititas habían venido denunciado amargamente. Al responder con más vejaciones, los hititas llamaron a sus ejércitos.
[22] Este es el mote con que se designaba a los hititas, al parecer con ellos se ensañaron más que la media.
[23] En realidad la capital pedrusquia no era más que una aldea con los arrabales plagados de prostíbulos. Esta “gran capital” era Phetón o Pitón, como era llamada por el populacho.
[24] En realidad se sabe que no pelearon. Los hombres corrieron a las montañas abandonando a mujeres, niños y viejos. Los hititas, hastiados por esta actitud hacia el combate, tan sólo saquearon un poco la ciudad.
[25] Se refiere al rarísimo pepino sagrado que aludíamos antes. Sin saber que estaba momificado, los hititas se lo llevaron a su casa y lo devoraron golosamente en un festín de victoria. Después cayeron enfermos a puñados. Ante una delegación de “diplomáticos” pedrusquios que se habían acercado para preguntar si quedaba algo del pepino, los hititas pidieron la paz.
[26] Aún se refiere a Phédru, por lo que hay que pensar que o bien el tal Phédru fue un ser increíblemente longevo o bien que la sucesión del cargo pasó a sus hijos y de estos a sus hijos y que todos ellos se llamaban Phédru.
[27] Esto no es un error tipográfico. Los hititas creyeron lo mismo al leer las tablas con los términos de paz y firmaron pensando que tendrían que pagar un tributo “anual”, en cereal o algo. Pero Phédru pensaba exactamente en el término “anal” cuando lo incluyó y se refería al derecho de exploración de cavidades fisiológicas de cualquier hitita interpelado por una patrulla pedrusquia (por cualquier ciudadano pedrusquio, en realidad). Incrédulos, los hititas mandaron emisarios con presentes varias veces, para poner a prueba el corazón de Phédru. Este se quedó con los regalos y, en cada partida, mandó explorar, a fondo, a los emisarios. Todo este asunto resultó en una gran e histórica humillación para los hititas y su conciencia de pueblo no se iba a recuperar de ello. 
[28] Se dice que los hititas, a pesar de tener por delante algún resurgir que otro de su poderío imperial, vivieron siempre preocupados de su frontera sureña y gastaron muchos recursos en mantenerla controlada y en el diseño de un taparrabos con un tapón en la parte de atrás. Así, la humillante cláusula permaneció en pie, pues los hititas no organizaron ya más intentos de hacerla revocar, por miedo de alguna otra artimaña pedrusquia.
[29] Se refiere a los pobladores de Israel y Judá indistintamente.
[30] Los festejos eran en honor al pacto de no agresión a tres bandas. Tanto israelíes como judaicos advirtieron pronto el peligro de una Pedrusquia soliviantada, por lo que se dieron prisa en fingir amistad con ellos y encomendarles alguna tarea nimia para mantenerlos entretenidos. Esta tarea consistió en vigilar la frontera norteña, que nadie tenía intención de cruzar, y prestar algún apoyo militar en condiciones muy concretas.
[31] Tal vez se refiera al incidente legendario del rey David con el gigante filisteo Goliat. Como dicta el mito, algunos pedrusquios estuvieron presentes en el duelo y no cejaron de chinchar a Goliat, minando su moral y aturdiéndolo con crueles comentarios acerca de su faldita gladiadoresca.
[32] Vara, supuestamente.
[33] Se refiere a Phédru Salmerón, quien trataba de asemejarse en todo al mitificado rey Salomón. Es el único Phédru que se conoce que adoptó un nombre distinto a simplemente Phédru.
[34] Esto es una deliberada mentira embellecedora. A pesar de sus soflamas, la población de los Pedruscos se mantuvo virtualmente estancada durante toda su existencia y las artes siguieron explotando, solamente, el recurso de los poemas picantes.
[35] Probablemente esto sea una reminiscencia hacia el suceso protagonizado por Salmerón en que, obsesionado en conseguir glorias similares a las de Salomón, partió por la mitad, literalmente, a 200 recién nacidos. Después resultó que los pedrusquios no habían entendido del todo el juicio moral del asunto, pero el mal ya estaba hecho. Por ello, el término “solución salmerónica”, que ha sobrevivido hasta hoy, alude a una chapuza mal entendida de consecuencias catastróficas.
[36] Esta fue una princesa de la casa de David que se casó con Salmerón como medida para sellar la “entente” antes mencionada. Puesto que era coja y chepuda, posiblemente pensaron que no perdían nada. Al verla, Phédru se sintió agraviado y la apartó de su cama, para empezar. Sin embargo, Ishas’fr era muy capaz en materia de gobierno y, además, también tenía carácter par el mando. Subrepticiamente trató de llevar a cabo modernizaciones en el gobierno de Pedrusquia, pensando que su marido, un garrulo de aquí para allá, no lo notaría. Esto es lo que la llevó a un más manifiesto encono con Salmerón. 
[37] A la sazón, dado su sentimiento nacional fuerte, sus patrones idólatras hacia el propio cuerpo y la cerrazón absoluta a la influencia cultural externa, los Pedruscos fueron pioneros en la experimentación con formas de dualismo religioso (que no se introducirían en el yahvismo hasta un tiempo después, provenientes del este). El dios bueno, el dios de los Pedruscos, es llamado “Gusto”, “Placer” e incluso “Orgasmo”, poéticamente. El dios malo es el dios de todo lo demás y se le llama simplemente “Mierda”. De aquí el énfasis del mote en reina “del infierno”.  
[38] Lamentablemente este episodio también es verídico. Salmerón se lazó a una reyerta dantesca con la suegra a raíz de una disputa sobre unas pastas de té. Después esta horrible escena fue mitificada, convertida en épica, e introducida en el contexto de la pugna por el gobierno efectivo de Pedrusquia.
[39] Hay una cita en el romano Ovidio que alude al que tal vez sea este compendio de poemas salmerónicos, la “Ishadica Infernalensis”, que no se conserva ni se conoce más allá de esta cita. Sea como fuere, este tiene que ser por necesidad el punto álgido de la literatura pedrusquia.
[40] Se refiere al imperio Asirio, se quiere creer que el mote proviene de sus barbas y nada más.
[41] En un fulgurante arrebato de autoconfianza, el Phédru de turno concibió un plan de batalla cuyo objetivo principal era conseguir infligir un daño simbólico tan grande en el pueblo judaico que estos reconocieran la superioridad étnica de los conquistadores. Por ello, llevo a su ejército a tomar por asalto todas las ciudades que encontró a su paso para violar a todas las piedras que hubiera en ellas (hay que recordar que los ensimismados y narcisistas Pedruscos habían llegado a considerar que toda piedra era sagrada).
[42] Cuando el agotado y rasguñado ejército de Phédru llegó a Jerusalén, que tenía partes amuralladas, sintió que sus fuerzas flaqueaban. Por ello cuando los Asirios llegaron a Jerusalén vieron con horror a los ultimos pedrusquios que aún luchaban, entre espasmos pélvicos, por una causa perdida y absurda y conocieron de primera mano el por qué de la fama de aquel extraño pueblo.
[43] Ahora se refiere a los Caldeos.
[44] Se cuenta que entre los bíblicos exiliados a Babilonia, se colaron un par o tres de los pedrusquios que, a la postre, serían los únicos depositarios de su cultura original, por decirlo de algún modo. Los Caldeos, en un último esfuerzo de ingeniería étnica, mandaron a los demás a partes distintas de su imperio, fundando una nueva aldea para cada uno de ellos y pagándolos para que no le dirigieran la palabra a nadie por el resto de sus días. Se sabe también que los pobres judíos quedaron amargados durante todo el exilio por la presencia de los fantochescos pedrusquios, que siempre les hacían quedar mal y les robaban todo el protagonismo. 
[45] Babilonia
[46] Otro más de los flagrantes plagios que conforman el grueso de los materiales culturales pedrusquios.
[47] Efectivamente, las gentes se mezclaron, las costumbres cambiaron y la tan famosa nación de Pedrusquia desapareció de las memorias. 



                                                                                     CGM.

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